El gran robo de mi identidad comenzó al poco de llegar a este mundo. Mi entorno, padres, amigos, profesores, compañeros de colegio… cada uno tenía su propia opinión. Responsable, lista, inteligente, fea… y no sólo eso, sino que además me contaron que el mundo estaba lleno de peligros, que el dinero hace malas a las personas, que elogiarse a uno mismo no está bien visto, que hay que ser autosuficiente y no pedir favores, que aquello a lo que te quieras dedicar no importa tanto como ser la mejor y competir con los demás, que para estar guapa hay que sufrir, que la vida hay que ganársela a base de esfuerzo y sacrificio… así muchas más.
Con el tiempo y la repetición de estas falsas ideas, empecé a creérmelas y adopté una identidad contraria a mi verdadera naturaleza, me adapté al medio en el que vivía tratando de ser lo que se esperaba de mi o lo que más aceptación en el entorno tendría, lo que más puntos me daría o incluso aquello por lo que conseguiría que me quisieran más.
Me olvidé de mi, de mis dones, de mi verdadera grandeza, de mi valía innata, de mis fortalezas y me exigí una y otra vez ser “perfecta”.
Saqué el foco de mi, lo puse en lo externo, traté de controlar la comida, el entrenamiento, el aspecto de mi cuerpo… pasé por alto que SOY YO LA QUE TIENE UN CUERPO, MI CUERPO NO ME TIENE A MI.
Éste ha sido uno de mis mayores y recientes descubrimientos, insights o momentos “ajá”… no importa como lo quieras llamar, pero el reencuentro con una misma es el verdadero camino al éxito, entendido éxito para mi como PAZ.
No soy mi nombre, edad, peso, altura, profesión, estado civil, extracto del banco o diagnóstico médico. Tú tampoco.
Mi subconsciente ha asumido una gran cantidad de mentiras respecto a mi misma recalcando lo que está mal en mi y en el mundo. He pasado media vida representando papeles y la única cura para esta identidad errónea ha sido recordar QUIÉN SOY verdaderamente.
Para lograr esta percepción, vivir desde esta mirada, he tenido que tomar la DECISIÓN de hacerlo, de querer RECONQUISTARme y trabajar en ello, entrenar a diario, leer, formarme, vivir acompañamientos y terapias… invertir todo eso en mi hace que cada día pueda SER más sin miedo a mostrarme.
Trabajar esta forma de pensar también está a tu alcance, usar el cuerpo como una herramienta a tu servicio y dejar de ser esclava de las dietas y restricciones es más que posible, solo tienes que DECIDIRLO. Si quieres emprender el viaje, yo estaré dispuesta a acompañarte mi Programa Online Libre de Dietas.
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